11 Sep 2023
J septiembre, 2023

La asertividad

Baltasar Rodero

Uno de los atributos del individuo como ser social, es la capacidad de ser con ellos, con los otros, con los demás. Esta relación, sencilla, cotidiana y común, que observamos de forma ordinaria, normalmente se mueve dentro de unos parámetros de cierta normalidad, en el deseo de poder entenderse, aunque podamos asistir, a lo largo de la misma, a la apreciación de diferentes tonalidades. La asertividad, responde a una habilidad, por la que cualquier individuo es capaz de exponer a otro u otros, sus propios sentimientos, deseos o fantasías, en el respeto más absoluto, a él mismo, al manifestar algo que verdaderamente desea y siente, sin que ello implique alejar, eludir, agredir, o menospreciar al otro.

No se trata simplemente de no dañar, de no ofender, o de no expresar un desacuerdo por temor a herir, o a quedar en mal lugar frente al escuchante, tampoco se trata de quedar bien, de decir aquello que se entiende que los demás esperan, simplemente su relato es neutro, y tiene sus raíces en el sentir y ser de cada individuo, que lo expresa, siempre realizado con absoluto respeto. Esto en el fondo conlleva un elemento, esencia del relato, y que es quedar bien con uno mismo, sin insultar o agredir a nadie emocionalmente, respondiendo todo ello a una verdad absoluta. Nos podemos parecer, pero no somos iguales, podemos tener opiniones parecidas a propósito de alguna realidad, pero siempre se podrá observar alguna diferencia, cada individuo es exclusivo, de tal forma que en términos generales, si queremos quedar bien con nosotros, en muchas ocasiones no coincidiremos con los demás. Y esto que impresiona en algunas personas de catastrófico, es lo más saludable, de tal forma que, es un indicador de buena salud mental, de los diferentes tertulianos.

Porque la verdad siempre es poliédrica, tiene muchas perspectivas, lo que nos indica, que cada individuo expone los diferentes argumentos que observa, desde su posición, y que generalmente son diferentes a los que observan los demás, por ello, la expresión de las diferencias en el respeto, ha de ser normal, de tal forma que, no se debe esperar otro resultado, otra cosa es que no seamos, lo suficientemente flexibles e inteligentes, para que, mediante las concesiones que fueran necesarias, llegar a acuerdos que beneficien a todos.

Una persona asertiva escucha atentamente, pregunta, se informa de todo aquello que se está comentando, y cuando cuenta con todos los datos posibles, elabora sus argumentos, y hace una valoración global de la situación, con lo que desde su intimidad y sin cortapisas, podrá estar de acuerdo en parte, totalmente, o no estar de acuerdo, expresando éste dentro de la normalidad, con el mayor de los respetos, sin herir. Lo contrario, es decir, si por temor a quedar mal, a ser criticados, a perder alguna amistad, a ser mal calificados por los tertulianos, nos sometemos blandamente a las opiniones y deseos de los otros, obviamente, nos estamos contrariando, estamos quedando mal con nuestras expectativas, nos estamos reprimiendo, a la vez que nos estamos sometiendo al dictado de los otros, esta situación es enormemente negativa, por lo frustrante y emocionalmente castradora.

Nos sentiremos muy mal, nos daremos cuenta de que estamos participando, implicándonos en algo, en lo que no creemos ni deseamos, incluso hasta nos puede provocar un perjuicio, seremos conscientes de que nos estamos traicionando, y al final nos entristeceremos, nos aplanaremos, quedaremos con menos alegría y fuerza, en definitiva, más tristes y preocupados, como preámbulo de un trastorno depresivo. Lo justificamos repitiéndonos sin “convencernos,” es que yo soy así, es que me cuesta decir no, como voy a decir no a mi consuegra con lo buena que es, como voy a contrariar a mi nuera, ¿y si se enfada?, no puedo no aceptar lo que diga mi vecina, que siempre me ha servido, y así estaríamos con un rosario de excusas, a las que no puedo contrariar, para enmascarar o esconder, nuestra actitud de sumisión a los demás, junto a la falta de respeto a nosotros mismos.

Es una obviedad, que si nos tratamos mal, si nos contraríanos, si hacemos aquello con lo que no estamos de acuerdo, estamos en el fondo quedando mal con nosotros, y éste es el preámbulo de un cuadro de tristeza y apatía, en definitiva, de malestar general. En ocasiones, no sabemos diferenciar empatía y asertividad, al tener cierta afinidad. La empatía responde, a la capacidad que no todo el mundo tiene, de ponerse en el lugar o en los zapatos del otro, de vivir sus propios problemas, sentimientos, vicisitudes y circunstancias. Es un proceso que transita desde fuera hacia dentro, de ese o aquel hacia mí, hacia nosotros. En la asertividad la dirección es la contraria, va de nosotros hacia ellos, de mi a él, de nuestra cosecha, sentimientos, pensamientos, fantasías, hacía ellos, hacía los demás, hacia nuestros interlocutores, son comunicaciones lineales respetuosas no hirientes, obviamente, ésta lleva cierta dosis de empatía.

Os animo a conocer y reconocer vuestros propios derechos, sentimientos y deseos, y con absoluto respeto a todos, exponerlos y defenderlos con rigor, seriedad, y objetividad, sepamos que forman parte de nuestra propia cosecha, que son de nuestra propiedad, y que nos asiste la obligación de su defensa, y que además no tienen porque coincidir con la opinión de los otros.

Fuente: Dr. Baltasar Rodero, Psiquiatra, Santander 2023